Por la mañana hice unas poquillas fotos de Westport y me lance a la carretera de la costa oeste.
La cantidad de veces que pare el coche, ni me acuerdo, fueron para intentar vovler a encajar la mandibula por las fotos tan bonitas que podias ir haciendo.
Llega un momento en el que casi te cansas de tener que parar tantas veces para hacer la foto y yo que soy un fanatico del objetivo y del gatillo termine diciendome a mi mismo que menos mal que iba solo porque tantas paradas cansaban al mas artista de los artistas.
El caso es que la mezcla de acantilados, lluvia, huecos en las nubes que dejan pasar los rayos de sol que iluminan al mar y las playas, las nubes negras que van mas deprisa y cubren la montaña antes de poder llegar a verla de cerca y que te descargan toda la lluvia en 10 minutos para abrirse al sol de la tarde y dejar kilometricos arco-iris, bosques mojados, olores de salitre, de puerto de mar, de prados de ovejas, de lagos y rios…..olores, colores, formas, espacios, sensaciones…
Ante todo esto uno no puede hacer otra cosa que entregarse al paisaje y disfrutar cada segundo con tanta opulencia paisajista y fertilidad desbocada. Es un pais verde y virgen, abrupto en montañas y suave en praderas. No se …. podria usar todas las metaforas y comparaciones que quisiera que me quedaria corto y lejos de la realidad. Hay que venir y descubrirlo.
Y entre todo este amasijo de paisajes maravillosos yo me quede enamorado de un lugar donde el mar y las rocas se han aliado con el viento y la erosion para crear unas formas que desatan la imaginacion de cualquiera. El sitio se llama Punakaiki y las rocas “pancake rocks”. Ademas en los 10 minutos que me llevo visitarlas me salio el sol, me llovio,me granizo violentamente tanto que nos tuvimos que refugiar dos chicas y yo debajo de un banco, salio el sol y volvio a llover. ¿alguien da mas? Si , yo, haciendo las fotos jejejeje.
En este recorrido pasaron dos dias y a la tarde del segundo llegue hasta el pueblecin del glaciar Franz Joseph donde me sente en un comodo restaurante a tomarme una cocacola y una ensalada y escribir mi diario y quedarme semidormido delante de una chimenea. Estos dos dias los dormi en el coche y las noches de los glaciares tambien. Hacia un frio de mil demonios, tenia que encender de vez en cuando el coche para calentarlo y no digamos que era bastante incomodo. Pero despertarte al pie de un glaciar y dormir mientras oyes como se desprenden trozos de hielo de toneladas y toneladas bien merecen unas pequeñas molestias e incomodidades.
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